12 de diciembre de 2009

La Señal

La fundación de GECNA (Grupo de Estudios Culturales Nuestra América) aconteció con el vislumbre de una señal. Siendo básicamente un grupo de prácticas de trascendencia y equilibrio energético, interesado en las culturas originarias de América y el mundo, esperábamos convocantes un indicio del Espíritu para actuar como factores de transmutación en este momento de cambios. Como iniciados en las prácticas emancipadoras de la conciencia, en una actualidad cubana con la que estamos comprometidos, era el modo de expresar nuestro agradecimiento. La señal provino de un acontecimiento insospechado: el develado en los jardines de la Unión de Periodistas de Cuba de una estatua representando al apóstol José Martí en la forma de Chac mool maya.

En nuestra iniciación arribamos a la convicción de que la colonización europea de las Américas (llamadas también Abya Yala, Anawak, Islas Tortuga) tuvo un impacto negativo no sólo por la destrucción paulatina de culturas enteras, sino también por la implantación de un paradigma que negó el potencial de liberación humano en todos los niveles, incluidas las prácticas de expansión de la conciencia, fuente de soluciones personales y sociales que apuntaban, con sus altas y bajas, a un impulso civilizador panamericano.

La realidad de cinco siglos de exterminio y desmemoria que dejaron en las nuevas tierras los colonizadores pareció agotar física y espiritualmente toda sensación de libertad. Pero ha pasado el tiempo y la masa crítica de personas que procuran la liberación perceptual ha forjado un punto de ruptura a las cada vez mayores ansias imperiales. Siendo ese momento el actual, y siendo la figura de José Martí tan destacada en los intentos nacionales de emancipación, que apareciera adoptando en piedra la postura del chac mool, nos avisó del momento de exponer nuestras convicciones de manera pública, tanto como lo ha sido la “revelación” del Martí maya.

Chac mool es el nombre que agrupa a varias estatuas precolombinas que generalmente representan a un ser humano recostado sobre la espalda con las rodillas levantadas, apoyado en los codos y con la cabeza girada 90º, mientras sostiene con sus manos en forma de garra una especie de cuenco. Comunes a todas las regiones mesoamericanas que las representaban según los respectivos estilos culturales, casi siempre estas imágenes son interpretadas como altares para el sacrificio humano o para depositar corazones extraídos, uno de los pretextos de los colonizadores para devaluar a esos pueblos y someterlos. Otros dicen que servían para encender sobre ellas un fuego nuevo en ceremonias de renovación social. Con frecuencia portan los atributos del dios mesoamericano de la fertilidad y la lluvia, por lo que se identifican con este. Pocas veces han sido interpretadas como la imagen de un iniciado en alguna disciplina de liberación espiritual, al estilo de las artes marciales y la meditación provenientes de Asia, algo totalmente coherente con las escasas pero suficientes muestras de la inclinación de los americanos a la exploración de los potenciales humanos. Según esta visión, la postura del chac mool puede ser la de un practicante de cierta disciplina. El primer hallazgo de una de estas piezas de arte estuvo a cargo de un pintoresco arqueólogo británico del siglo XIX que la desenterró en la ciudad maya de Chichén Itzá: Auguste le Plongeon. José Martí, contemporáneo al hallazgo, luchador por el despertar y descolonización de los pueblos originarios del continente, en un éxtasis de inspiración se vio reflejado en este enigmática escultura y se dibujó caricaturescamente en la postura del chac mool, vistiendo algunos de los atuendos del personaje en piedra. Más seriamente, se dedicó en su labor periodística a hacer público el acontecimiento, además de explicitar el acto de saqueo que quiso realizar el descubridor de la estatua al querer llevarla a EEUU y de modo casi jocoso referirse a las fantasiosas teorías y narraciones que gestó alrededor de su hallazgo. Entre otros sucesos, se hallaba la tensa relación de Le Plongeon con los mayas vecinos de la ciudad en ruinas internada en la selva. Martí, siendo abiertamente antimperialista, reconoció en el acto un hecho que, como era común en su época, una vez más atentaba contra la liberación de América y el respeto y comprensión cierta de su memoria ancestral, aspectos centrales de la revolución panamericana que siempre soñó y por la que trabajaba.

Martí vivía con la certeza de que sólo liberando la memoria americana del yugo físico y mental del colonialismo, cosa que sucedería “cuando el indio echara a andar”, podría nuestro continente alcanzar los grados de civilización que se proponían sus sociedades antes de la llegada de los europeos. En sus escritos relativos al hallazgo de la estatua, muestra su oposición a las pretensiones del descubridor, al punto de esbozar una revolucionaria obra de teatro, basada en una historia del hallazgo en la que un
consejo de sabiduría ancestral, formado por tribus de todas las épocas y regiones de América, deliberan acerca de las intenciones de Le Plongeon de llevarse la estatua de la ciudad sagrada, mientras gestan una profecía en la que las naciones americanas llaman a una guerra del despertar. Esta guerra se avizora portadora de un propósito descolonizador que liberaría no sólo a los pueblos oprimidos, marginados y menospreciados, sino que también catalizaría la transformación de los colonizadores, llevando a buen término la búsqueda del “buen hombre blanco”. También Martí coincide con muchos en el error del descubridor al denominar Chac mool, "Jaguar Rojo", a la estatua. Este equívoco de Le Plongeon es parte de las estrafalarias historias que se imaginó, como las especulaciones fantasiosas acerca del origen de los mayas, que permeaban sus interpretaciones acerca de cada pieza que encontraba.

Curiosamente aquel francés descubridor, no obstante sus intenciones de aventurero occidental deslumbrado por el pasado que recién comenzaba a emerger, al igual que Martí, lamentaba el saqueo de piezas arqueológicas que junto a las robadas de otros continentes engrosaban los museos y las arcas de las potencias europeas y norteamericanas. También se enfrentó abiertamente al mundo académico que se oponía a sus teorías, la mayoría de las cuales intentaba revelar al mundo que los sometidos pueblos indígenas eran herederos de un caudal de conocimientos ancestrales que se perdían en lo profundo de los tiempos y las conciencias. Su tesis esencial era que las sociedades precolombinas (incluidas las de Perú) provenían de lugares y tiempos en que el humano era diferente a como ha devenido con el paso de los siglos. Esas especulaciones se basaban sobre todo en sus vivencias con los indios que trató durante la época del hallazgo, junto a quienes experimentaba inexplicables expansiones de su estado de conciencia, semejantes a los que aparecían en relatos que escuchó acerca de hombres y mujeres de conocimiento que tenían el poder de transformar su apariencia física y disolver las leyes del universo material; humanos como los que construyeron las pirámides y dejaron testimonios de memoria profunda en los códices y petroglifos. Ese contacto con el misterio, habitual en las prácticas de trascendencia que realizaban los hombres y mujeres de conocimiento (sacerdotes, artistas, comerciantes, chamanes) americanos lo hizo intentar, como a Martí, el rescate de una visión en la que el indio ya no fuera más poco menos que un animal de carga, sino un ser susceptible de operar un salto de conciencia personal y colectivo que daría un vuelco total al destino de nuestro continente desde una identidad renovada.

Tanto para Martí como para Le Plongeon había algo de incierto en la historia del continente americano, algo que cada cual intentó denunciar desde su campo de pensamiento y acción. Le Plongeon, desde el desciframiento de los misterios que encontraba, y José Martí, desde su llamado a la guerra necesaria en cada colonia americana, guerra que pretendió la liberación de los oprimidos, negros, indios y mestizos, mediante una revolución no sólo de las armas sino también de las ideas. Ambos hombres, a su manera, indirectamente confluyeron en una certeza que en su tiempo era inexpresable hasta para ellos mismos: el despertar de América ("Nuestra" para Martí) implicaba un cambio en la mentalidad instituida por la colonia que hiciera despertar un poder dormido.

Esa certeza es la que hoy nos mueve, al reconocer que la descolonización de nuestro continente (que en el caso de Cuba no se limita a la colonia española y norteamericana) solo será producto de una revolución hasta ahora inconclusa. Es por ello que la señal del Chac mool martiano fue el inicio de una serie de acciones para el grupo recién fundado, orientadas a la divulgación del caudal de sabiduría y vida de los pueblos ancestrales de América y el mundo. Dicha divulgación que se realiza de diversas maneras (académicas, artísticas y prácticas), es nuestro aporte que se une a los diversos grupos que en nuestra isla intentan una revolución en la sociedad cubana. En nuestro caso, partimos de la perspectiva de que del despertar de Cuba depende el del resto del continente. Sólo una transformación descolonizadora cambiará el futuro de América y por extensión del mundo. Y esa transformación panamericana -y cubana en particular- es, como intuyeron Martí y Le Plongeon, una revolución de la conciencia.

El develado de la estatua del Martí-Chac mool coincidió con el viaje que hiciera uno de los miembros del grupo a México, para instruirse en estudios y prácticas provenientes del saber tolteca y para formar parte de los esfuerzos por restaurar la memoria ancestral que desde ese país se realizan. La unión de estos dos hechos, sorprendentes y milagrosos, plantó la simiente que, junto con otras, busca reverdecer en Nuestra América el suelo sagrado de la libertad.

3 comentarios:

  1. Este artículo me parece excelente, no solo por la intención en lo que expresa sino porque actitudes y hechos como la develación de tal estatua, en mi opinión son una falta de respeto a una figura tan importante como el apóstol. Si luchar contra este tipo de hechos ayuda a "descolonizar", pues estaré siempre para apoyarlo.

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  2. Ruben, hay varios errores en tu articulo. El mas claro es que Le Plongeon no era frances, era britanico. Lee wikipedia.

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    1. Hola Chacmool, bienvenidas tus críticas. Lo que importa es la veracidad de la información. Subsanado el error y en espera de tus otras consideraciones. Saludos.

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